Bendíceme, Madre y ruega por mí sin cesar.
Aleja de mó, hoy y siempre, el pecado.
Si tropiezo, tiende tu mano hacia mí.
Si cien veces caigo, cien veces levántame.
Si yo te olvido, Tú no te olvides de mí.
Si me dejas Madre, ¿qué será de mí?
En los pelígros del mundo, asísteme.
Quiero vivir y morir bajo tu manto.
Quiero que mi vida te haga sonreír.
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Y al fin sal a recibirme y llevarme junto a Ti.
Tu bendición me acompañe, hoy y siempre. Amén. Aleluya.
Rezar el Avemaría.
Y Ahora Oye A Tu Madre
Sigo tus luchas y quiero ayudarte.
Junto a Mí no desesperes.
Donde yo estoy no hay que temer.
Confía en mí y vencerás.
Quien me ama, asegura su salvación.
Ante Mí huye el pecado y el infierno.
La victoria será de quienes tengan fe.
"Según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán" (Mt. 8, 13)
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