Novena A La Virgen De Chiquinquirá
Oración Inicial
¡Oh, Santa Madre! Virgen del Rosario de Chiquinquirá, te bendecimos, te invocamos, te veneramos, bajo tu patrocinio nos acogemos y a tu inspiración nos encomendamos.
Tú viniste, ¡oh, Madre Reina amada!, en celeste aparición, a enseñarnos el amor a tu Divino Hijo Jesucristo, y a conseguir con fervor las gracias por el Santo Rosario.
Reina de nuestros corazones, abogada de los casos más desesperados; madre pura y compasiva; madre del amor divino y llena de luz divina, pongo en tus tiernas manos el favor que aquí te pido: (Solicitar con mucha fe la intención que se desea conseguir).
¡Oh, Virgen milagrosa!, apiádate de nuestras miserias, de nuestros corazones, de nuestras lágrimas, de nuestras aflicciones, y de nuestros sufrimientos del espíritu. Acudo a ti madre mía, para que por medio de tu Divino Hijo, nuestro Señor Jesucristo, sea escuchado mi desesperado ruego.
Yo prometo que al ser oída mi súplica difundiré tu gloria, ¡oh, Madre, reina mía!, yo propagaré tu nombre, como madre de nuestros corazones y Reina del Universo.
Te ruego que me oigas postrado ante tu altar, donde a diario nos das tantas pruebas de tu amor y de tu poder, consiguiéndonos la salud del cuerpo y el alma y la solución a nuestros problemas y necesidades, intercediendo ante tu Hijo por los ruegos con que a ti llegamos.
Jamás perderé la esperanza en ti, ¡oh, Madre, Virgen y Reina nuestra!, pídele a Nuestro Señor Jesucristo, que perdone nuestros pecados y que nos dé fortaleza, para que perseveremos en nuestra fe hasta el fin, y sin gozar de su amor y salvación.
¡Oh, Virgen Reina de nuestros corazones!, sáname de cuerpo y alma pues ¡en ti confío!
¡Oh, Virgen milagrosa!, reina de nuestros corazones, guíanos y protégenos de todo mal y peligro, de las asechanzas del enemigo pues ¡en ti confío!
Virgen, madre nuestra, ruega por nosotros ahora y siempre, y sé para todos nosotros, vida, dulzura y esperanza, para que juntos podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
Pues eres de los pecadores, el consuelo y la alegría, ¡oh, Madre clemente y pía, escucha nuestros clamores!
¡Oh, Madre clemente y pía, escucha nuestros clamores!
¡Ruega por nosotros!
Día Primero
Creación Del Lienzo (1560)
En 1560, el pintor español Alonso de Narváez fue comisionado para crear una pintura de la Virgen del Rosario. Narváez, utilizando pigmentos vegetales y minerales sobre un lienzo de algodón de 44 pulgadas de alto por 49 pulgadas de ancho, pintó a la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, acompañada por San Antonio de Padua y San Andrés Apóstol. La obra estaba destinada a una capilla en Chiquinquirá, una pequeña localidad en Boyacá, Colombia.
Día Segundo
Deterioro Del Lienzo
Con el tiempo, el lienzo sufrió un considerable deterioro debido a la exposición a la humedad y el abandono. La imagen perdió su color y se desdibujó hasta casi desaparecer. Eventualmente, fue trasladada a Sutamarchán, donde quedó olvidada en una habitación oscura.
Día Tercero
Redescubrimiento Por María Ramos (1577)
En 1577, María Ramos, una devota mujer originaria de Sevilla, España, que había llegado a Colombia, descubrió el lienzo abandonado en Sutamarchán. Conmovida por el estado del cuadro, lo limpió y lo colgó en una pequeña capilla improvisada en su casa. María comenzó a rezar ante la imagen, pese a su deteriorado estado, con profunda devoción.
Día Cuarto
El Milagro De La Restauración (1586)
El 26 de diciembre de 1586, mientras María Ramos y otras personas rezaban ante el lienzo, ocurrió un milagro: la imagen, que estaba casi borrada, se restauró milagrosamente, recuperando sus colores vivos y detalles originales. Este evento fue presenciado por varias personas y rápidamente se consideró una manifestación divina.
Día Quinto
Crecimiento De La Devoción
La noticia del milagro se difundió rápidamente por la región, atrayendo a numerosos fieles que peregrinaban para ver la imagen restaurada y pedir favores a la Virgen de Chiquinquirá. La devoción creció exponencialmente, y la imagen se convirtió en un símbolo de fe y esperanza para los habitantes de la región.
Día Sexto
Reconocimiento Oficial De La Iglesia (1829)
En 1829, la Iglesia Católica reconoció oficialmente el milagro de la restauración de la imagen. Este reconocimiento fortaleció aún más la devoción hacia la Virgen de Chiquinquirá, consolidando su estatus como una figura central en la espiritualidad de la región. En 1910, el Papa Pío X coronó canónicamente la imagen, otorgándole el título de "Reina y Patrona de Colombia".
Día Séptimo
Construcción Del Santuario De Chiquinquirá
Debido al creciente número de peregrinos, se decidió construir un santuario dedicado a la Virgen de Chiquinquirá en el lugar donde ocurrió el milagro. La Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá fue erigida, convirtiéndose en un importante centro de peregrinación y devoción mariana en Colombia.
Día Octavo
Patrona De Colombia (1919)
El 9 de julio de 1919, el Papa Benedicto XV declaró oficialmente a la Virgen de Chiquinquirá como la Patrona de Colombia. Esta declaración formalizó la profunda conexión entre la Virgen de Chiquinquirá y el pueblo colombiano. La fiesta de la Virgen de Chiquinquirá se celebra anualmente el 9 de julio, con numerosos actos de veneración y agradecimiento por parte de los fieles.
Día Noveno
Significado Y Devoción Contemporánea
Oración Final
¡Oh, incomparable Señora del Rosario de Chiquinquirá!, Madre de Dios, Reina de los Ángeles, abogada de los pecadores, refugio y consuelo de los afligidos y atribulados.
Virgen santa, llena de poder y bondad, míranos con buenos ojos para que nos ayudes en todas las necesidades en las que nos encontramos.
¡Acuérdate, oh, Amadísima Señora del Rosario!, que nunca se oyó que alguien que ha recurrido a ti, invocó tu santísimo nombre e imploró tu singular protección, fuese abandonado. Animados por esta confianza, nos dirigimos a ti. Te tomamos desde hoy y para siempre por nuestra madre, nuestra protectora, consuelo y guía, esperanza y luz en la hora de la muerte.
Líbranos de todo lo que pueda ofenderte y a tu Santísimo Hijo, Jesús. Protégenos de todos los peligros del alma y del cuerpo; dirígenos en todos los asuntos espirituales y temporales; líbranos de la tentación del diablo, para que, caminando por la senda de la virtud, que un día podamos verte y amarte en la gloria eterna, por los siglos de los siglos. Amén.
Pues eres de los pecadores, el consuelo y la alegría, ¡oh, Madre clemente y pía, escucha nuestros clamores!
Nuestra Señora de Chiquinquirá.
¡Ruega por nosotros!