CUARTO MISTERIO LUMINOSO
TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS EN EL MONTE TABOR
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: "Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle". Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Pero Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: "Levantaos, no tengáis miedo". Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. (Mt. 17, 1-8)
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Al transfigurarse delante de los tres Apóstoles, Jesús fortaleció nuestra esperanza sobre la vida eterna, animándonos a soportar bien los sufrimientos y pruebas de esta vida. Cuando nosotros sabemos la gloria que nos aguarda, tenemos más paciencia en medio de las tribulaciones. ¡Con este fulgor será nuestra resurrección en el día del juicio!
Por este misterio, pidamos la intercesión de la Santísima Virgen para obtener la gracia de nunca perder la convicción de la gloria que está reservada para los que perseveren, a fin de que jamás nos desanimeos a lo largo de nuestra existencia.
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