QUINTO MISTERIO LUMINOSO
INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA EN LA ÚLTIMA CENA
Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: "Tomad, comed, éste es mi cuerpo". Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: "Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre". (Mt. 26, 26-29)
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¿Qué más podría habernos dado Jesús? Se hizo comida y bebida para que eternamente podamos participar en su propia vida. Descendió desde lo más alto de los cielos, asumiendo la sustancia del pan y del vino para elevarnos al banquete de Dios. Al comulgar, nosotros nos asemejamos a María por algunos momentos, poseyendo el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús en nuestras entrañas.
Por este Misterio, pidamos a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento la gracia de crecer ardorosamente en la devoción eucarística, y de jamás perder la oportunidad de comulgar con toa nuestra fe, esperanza y amor.
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