Acto De Contrición
Dulcísimo Jesús y Redentor nuestro, que descendiendo del seno de tu Eterno Padre para enseñarnos el camino de la humildad, toda su vida santísima fue un abismo de humillaciones. Humilde en tu nacimiento, humilde en todos los ejercicios de tu vida, humilde delante de tus perseguidores y humilde hasta la muerte; nos dejaste en testamento aquellas tiernas expresiones: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". Confesamos, oh Padre amorosísimo que olvidando tan inestimable legado, nos hemos dejado avasallar de la arrogancia; pero ya reconocemos nuestro yerro, nos arrepentimos de nuestro orgullo, que es la fuente y raíz de todos nuestros males; e imploramos tus misericordias con el espíritu compungido de David. Misericordia, Señor, misericordia, por tu grande e infinita misericordia. Por la humildad profunda, por la santidad asombrosa y por los eminentes méritos de tu querido siervo, el humildísimo Martín de Porres, oye, nuestras súplicas y otórganos tu santísima gracia pra vivir y morir santamente. Amén.
Oración Inicial Para Todos Los Días
Dios Señor Omnipotente, que para ostentar tu poderío y grandeza, escoges los instrumentos más débiles y eliges de entre las criaturas más abatidas, los más elevados campeones de tu gloria. Así lo acredita la elección admirable que hiciste en el bienaventurado Martín de Porres sublimándolo al grado más eminente de santidad; no obstante su nacimiento oscuro y lo humilde de su analogía. Santo y poderoso desde su niñez, para triunfar en su juventud de las pasiones, de los malos ejemplos y de los escándalos del siglo. Santo y poderoso en esta edad crítica para huír de los escollos del mundo y buscar el asilo de las virtudes en los claustros dominicanos de la ciudad de Lima. Santo y poderoso para cumplir con todos los deberes de su profesión, y santo y poderoso para trastornar las leyes de la naturaleza y ejecutar los más estupendos milagros. Por tan singulares prerrogativas, esperamos de tu divina clemencia nos concedas que los que le veneramos como las primicias del nuevo mundo, y como un prodigio de tu poderosa diestra, imitemos sus virtudes, alcancemos el favor especial que solicitamos en esta novena y le acompañemos por toda la eternidad de la gloria. Amén.
Día Primero
Dios, Señor nuestro, que entre las admirables virtudes con que adornaste el alma de tu querido siervo Martón, la primera y principal fue aquella fe ciega y ardiente que recibió en la misma pila bautismal con igual profusión en la esclarecida Santa Rosa de Lima, y que supo conservar y aumentar como siervo fiel y prudente, hasta el último instante de suvida: ya disponiendo por medio de ella, con absoluto dominio de toda la naturaleza; ya alcanzando de tu divina piedad salud para los enermos, lágrimas de conversión para los pecadores y una fervorosa confianza para los desamparados y ya gozando del don inestable de la agilidad, para trasladarse momentáneamente de un lugar a otro, según lo exigía la necesidad, para asistir a los enfermos y para catequizar y consolar a los infieles en las inmensas regiones del Japón y de la China, hablando a cada uno en su propio idioma, pues su fe le alcanzó también el don de lenguas. Haz Señor y Dios nuestro que imitando la fe de este celoso propagador de la revelación trabajemos incesantemente en santificarnos y santificar a nuestros prójimos para ser felices por toda la eternidad. Amén. (Hacer la petición).
Oración A María Santísima
Para Todos Los Días
Amabilísima madre de Dios, Madre y abogada nuestra, que solicita por el bien de tus hijos adoptivos, sin aceptación de personas, apenas se descubrió el nuevo mundo, ostentaste tu amor maternal con el bienaventurado Martín, a quien favoreciste desde sus primeros años; siendo su amparo, su refugio y su guía; defendiéndolo de la corrupción del siglo; conduciéndolo a los claustros de tu querido Domingo y adornándolo con la librea que tu misma bajaste del Cielo, la que supo levar inmaculada hasta entregar su espíritu es tus manos, en la última visita que le acompañaba de tu castísimo Esposo José y de los Bienaventurados Santo Domingo, San Vicente Ferrer y Santa Catalina Virgen y mártir, como sus especiales protectores; alcánzanos, Señora y Madre nuestra, por los méritos de este privilegiado hijo, que, radicados en tu devoción sinceramente, nos hagamos acreedores a tus misericordias en la vida y en la hora de la muerte. Amén.
Antífona
Este es el varón esclarecido, que despreciando al mundo y triunfando de las vanidades de la tierra, atesoró las riquezas del Cielo con sus labios y con sus manos.
V. El Señor le dirigió por los caminos rectos.
R. Y le manifestó el Reino de los Cielos.
Oración Final
Dios y Señor, que eres la misma elevación de los humildes y que hiciste pasar al Reino de los Cielos al Bienaventurado Martín, tu confesor, concédenos por su intercesión y méritos, que de tal suerte seamos imitadores de su humildad en la tierra, que merezcamos ser exaltados como él en los Cielos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Gozos
Pues eres tan poderoso
empleando tu mediación.
Oye Martín nuestros ruegos
en toda tribulación.
Fue tu fe tan prodigiosa,
y tanto tu valimiento,
que eras como el instrumento
de la mano poderosa
con esta virtud preciosa
causas nuestra admiración.
Oye Martín nuestros ruegos
en toda tribulación.
La virtud de la esperanza
era el áncora segura,
de tu alma inocente y pura,
y la Bienaventuranza
que esta virtud siempre alcanza
fue toda su aspiración.
Oye Martín nuestros ruegos
en toda tribulación.
En tu Dios siempre abismado
te ejercitó tu piedad;
y abrazado en caridad,
Dios y tu prójimo amado
eran todo tu cuidado
siempre y en toda ocasión.
Oye Martín nuestros ruegos
en toda tribulación.
Cual siervo fiel y prudente,
tus trabajos arreglabas,
y a todo te consagrabas
pronto, activo diligente;
sin dejar la hermosa fuente
de tu alta contemplación.
Oye Martín nuestros ruegos
en toda tribulación.
Ni todo el infierto entero
triunfó de tu fortaleza,
porque fue tal tu firmeza,
que hasta el aliento postrero
trabajaste con esmero,
rechazando su agresión.
Oye Martín nuestros ruegos
en toda tribulación.
Pues eres tan poderoso
empleando tu mediación.
Oye Martín nuestros ruegos
en toda tribulación.
Día Segundo
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señor nuestro, esperanza y consuelo de los atribulados, que marcaste con esta virtud preciosa el alma de tu siervo Martín tan profundamente, que aunque su humildad lo arrastraba a juzgarse acreedor a mil infernos que hubiera por las graves culpas que en su concepto había cometido la esperanza le servía de contrapeso en la balanza de su delicadísima conciencia, para no vacilar en la consecusión de la divina misericordia de la cual esperaba exclusivamente su salvación; alimentando y fortificando esta virtud consoladora, con la frecuente meditación de la preferencia con que le habías llamado a la luz indefectible de la fe entre tantos infelices de la misma estirpe, que yacían en las tinieblas de la idolatría en aquellas mismas regiones y en otras muchas: y no sólo esperaba gozar de tu divina presencia eternamente, sino que te presentaba sus ruegos y las necesidades de sus prójimos, con tal confianza, que parecía tenía en sus manos las llaves de tu providencia, y que era dispensador y ecónomo de las riquezas celestiales. Haz Señor, que sin tocar en los desventurados escollos de la temeridad o la desesperación, imitemos la confianza de tu querido siervo Martín y busquemos con lágrimas de verdadero arrepentimiento tus eternas misericordias. Amén. (Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.
Día Tercero
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señorde infinita caridad que derramaste tu soberano espíritu con tal profusión en el Bienaventurado Martín, que su corazón quedó convertido en un volcán de amor. Tu gloria y la salvación de las almas eran el único objeto de sus aspiraciones y deseos. Te amó con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas; y trabajaba infatigablemente porque todos los mortales te amasen del mismo modo. Suspiraba por morir combatiendo en defensa del Evangelio, y no pudiendo conseguirlo, todos sus conatos se dirigían a extender por todas partes el imperio de la Cruz. En los días de comunión, tu real presencia enardecía tanto su corazón; y eran tan fervorosos sus ruegos por la conversión de los infieles, que le transportaba en espíritu a las naciones bárbaras para que consolase, ejercitando el ministerio de la catequización y viendo los rápidos progresos del cristianismo. Haz, Señor y Dios nuestro, que siguiendo los pasos de tu siervo, trabajemos cada uno en nuestro estado por la conversión de las almas, con su mismo ardor, y sólo suspiremos como él, por amarte y amar a nuestros prójimos para alcanzar los premios de la caridad. Amén. (
Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.
Día Cuarto
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señor nuestro, prudentísimo y pacientísimo Maestro de las almas, que concediste al Bienaventurado Martín la mayor perspicacia y discreción para distinguir la verdadera prudencia, que forma el verdadero carácter de los Santos de la falsa y aparente que pervierte a los hijos del siglo. Sabio y prudente para huír de cuanto pudiera alterar la tranquilidad de su espíritu, se ejercitaba no en evitar la censura de los hombres sino en moderar sus efectos, mortificar sus pasiones y vivir en perpetua batalla consigo mismo, para enseñar a sus prójimos con el buen ejemplo los caminos del Cielo, sin cuidar de las murmuraciones de los perversos. Sabio y prudente en sus correcciones, se introducía con benignimidad y dulzura en los corazones de los extraviados, sin excitar jamás las inclinaciones de la carne y de la sangre. Sabio y prudente en el sufrimiento desarmaba a los prelados cuando le reprendían y castigaban con injusticia, sin increparlos. Sabio y prudente en la distribución del tiempo, ni faltaba a sus deberes domésticos, ni interrumpía sus ejercicios espirituales, ni saba lugar a la ociosidad, enemigo irreconciliable de ella. Haz, Señor Dios nuestro que menospreciando los respetos humanos, a imitación de Martín nos consagremos enteramente a tu servicio y permanezcamos fieles hasta el último instante de nuestra vida. Amén. (
Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.
Día Quinto
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señor nuestro, justo y a la misma justicia por esencia, que te complace en hacer resplandecer en tus Santos tus inefables atributos, como lo admiramos en el Bienaventurado Martín, a quien hiciste justo en todas sus acciones, palabras y pensamientos; justo en dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Cumplió exactísimamente con el voto de obediencia sin pretermitir nunca tus divinos mandamientos, por los preceptos de los hombres. Justo en castigar su pobre cuerpo con todos los horrores e la penitencia para satisfacer tu justivia divina por los pecados de tus hermanos; y justo en juzgar con equidad y misericordia de las flaquezas de los prójimos, retribuyendo el bien por el mal, perdonándoles ofensas y agravios recibidos, rogándote por los que perseguían y calumniaban. Haz Señor y Dios nuestro por la intercesión de tu querido siervo nos dediquemos desde hoy a copiar en nuestras almas los admirables rasgos que nos ha dejado en su vida ejemplar de santidad de justicia, para recibir como él, los premios centuplicados en la eterna Bienaventuranza. Amén. (
Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.
Día Sexto
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señor nuestro, fuerte y poderoso en cuya presencia tiembla y se estremece el universo entero y no hay quien resista tu voluntad santísima; nosotros admiramos tu liberalidad inmensa, concediendo al Bienaventurado Martín tal plenitud de fortaleza, que siendo la misma debilidad por su nacimiento, por su educación y por todas las circunstancias de su vida, lo elevaste sobre todos los héroes del mundo. Siempre triunfante y victorioso en los más arriesgados combates, reprimió la audacia de los espíritus infernales que le atormentaban, y redujo su cuerpo a servidumbre, como otro Pablo para avasallar a los enemigos domésticos más formidables que los extraños; despedazó su cuerpo con silicios y flagelaciones; condenó sus pupilas a un encierro perpetuo entre sus párpados; sus oídos a sufrir con paciencia las injurias e improperios; su olfato, a alimentarse de la putrefacción de las inmundicias de los enfermos y leprosos, y su tacto a familiarizarse con el fuego, manejando los carbones encendidos con sus propios dedos. Haz, Señor y Dios nuestro, que nos avergoncemos de la delicadeza y cobardía que nos hace a cada paso víctimas de la concupiscencia de los sentidos, y que al contemplar la fortaleza de tu escogido siervo, marchemos con ánimo varonil, para triunfar del mundo, del infierno y de nosotros mismos hasta la muerte. Amén. (
Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.
Día Séptimo
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señor nuestro, amante de la sobriedad y de la templanza, que santificaste esta virtud con las austeridades y consumada abstinencia de tu Unigénito Hijo, y de quien fue el más observante discípulo tu querido siervo Martín a las asperezas del instituto dominicano, al ayuno rígido de siete meses, prevenido por las constituciones, añadió por su espontánea voluntad, un ayuno de toda su vida, y un voto perpetuo de abstinencia en los treinta y ocho años que honró los claustros; una privación de todo alimento y bebida por veinticuatro horas en todas las grandes festividades, y desde el día de la Cena legal hasta la Resurrección triunfante. Haz, Señor y Dios nuestro, que entrando cada uno dentro de sí mismo, examinémonos los estragos que hacen en nuestras almas y en nuestros cuerpos la intemperancia y la guía, nos resolvamos a imitar la fragilidad y templanza de tu querido siervo; para alcanzar los premios de su parsimonio en el Cielo. Amén. (
Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.
Día Octavo
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señor nuestro, cuyas entrañas son la misma compasión y misericordia, y en donde como una fuente perenne las bebió desde su infancia el Bienaventurado Martín y crecieron con él como en el pacientísimo Job. Compasivo y misericordioso con los enfermos, las enfermerías del convento, los hospitales públicos y las chozas de los infelices eran su más agradable mansión. Los enfermos y agonizantes arrebatabansu atención y sus esmeros, y estas obras misericordiosas eran su ocupación y sus delicias. Su misericordia y su compasión se extendía hasta en los irracionales, y nunca pudo ver una desgracia en ellos sin enternecerse y remediarla. Todo para todos como otro Pablo, distribuía la ración diaria de alimentos que le tocaba en refectorio, entre los menesterosos; y en sus manos se multiplicaba para saciar a todos y distribuir el sobrante entre los animales domésticos. las arcas de los ricos se abrían a sus ruegos, y el Cielo mismo le prodigaba socorros abundantes para los pobres. Haz, Señor y Dios nuestro, que las miserias ajenas despedacen nuestro corazón como el de tu siervo y que venciendo la obstinada resistencia de nuestra avaricia, depositemos lo superfluo de nuestros haberes en el seno de los infelices hambrientos, para atesorar riquezas en el Cielo. Amén. (
Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.
Día Noveno
El Acto de Contrición, la Oración Inicial de "Dios y Señor Omnipotente", y lo demás como el día primero, con lo siguiente:
Dios y Señor nuestro, fuente y origen de todas las virtudes y supremo dispensador de ellas por medio de tu espíritu divino, que después de haber hermoseado la dichosísima alma de tu privilegiado siervo Martín, con una fe viva y ardiente, con una esperanza sólida y estable, con una caridad a toda prueba, con una prudencia admirable, con una justicia espléndida, con la fortaleza de los verdaderos atletas y con la templanza de los solitarios del desierto; a todas esas virtudes heroicas pusiste el sello importantísimo de la perseverancia, para que nos fluctuase entre la veleidad y la pereza, ni fuese del número de aquellos siervos inconstantes que a tiempos te buscan y a tiempos te dejan. Vos mismo, señor, que le amparaste en la posesión de todas las virtudes y para colmo de tus liberalidades le otorgaste un poder especial para eliminar todas las enfermedades y dolencias de sus devotos. Las fiebres agudas, las pestes asoladoras y tenaces, los partos difíciles y laboriosos, los accidentes momentáneos e incurables y la muerte misma, todo quedó sujeto a su imperio. Haz pues, Señor y Dios nuestro que los que hemos empleado estos días en la meditación de sus virtudes, invocándolo como nuestro intercesor e interponiendo sus méritos, consigamos el favor especial que impetramos por su mediación en esta novena, la imitación de sus heróicas virtudes, la gracia de la perseverancia y la salvación prometida a los que perseveren hasta el fin. Amén. (
Hacer la petición).
Finalizar con la Oración a María Santísima, Antífona, Oración Final y Gozos.