Santísima y adorable Trinidad, heme aquí postrado delante de ti para rendir homenaje a tu divina Majestad. Te consagro en estos momentos de oración, todas mis palabras, todos mis pensamientos, todas mis resoluciones. No soy digno, Dios mío, de recibir nuevas luces ni nuevas ayudas por el mal uso que he hecho de tus dones. Sin embargo, acudo a Ti con eterna confianza, como a Padre bueno y misterioso, y te ruego por los méritos de Jesucristo, mi salvador, y por la intercesión de la Virgen María, mi Madre, y de todos mis santos patronos, que quieras otorgarme la gracia de buscarte, con humildad, sinceridad y absoluta generosidad. Amén.
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