Oraciones Para El Sacramento De La Reconciliación (Confesión)
La confesión es el Sacramento en el cual el Padre Celestial, por los méritos de Jesucristo, acoge de nuevo al hijo que vuelve arrepentido, borra los pecados de la vida pasada y es además el principal medio para evitar las caídas y corregir nuestros defectos.
Las condiciones para hacer una buena confesión son: oración, examen, dolor, propósito, acusación y satisfacción. La más necesaria y absolutamente indispensable para recibir el perdón, es el dolor, unido al propósito.
Oración Para Antes De La Confesión
Dios mío, heme aquí de nuevo con el ánimo de recibir el Sacramento de la Penitencia. Bajo tu mirada voy a examinar mi conciencia...
Dame tu luz para ver mis pecados y tu gracia para que me acerque con toda confianza al sacerdote que está aquí como tu representante...
Ayúdame a conocer bien mis pecados y a encontrar en lo posible la causa...
Haz que los deteste sinceramente y que me corrija...
Virgen María, concédeme ser sincero en mi confesión y renacer a la gracia de una manera más generosa y entusiasta. Amén.
Confesión General
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor. Amén
Oraciones Para Pedir Arrepentimiento
- Dios omnipotente y misericordioso, abre mis ojos para que descubra el mal que he hecho; toca mi corazón para que, con sinceridad, me convierta a Ti. Restaura en mí tu amor, para que resplandezca en mi vida la imagen de tu Hijo.
- Padre misericordioso y consolador, Tú, que dijiste: "Yo quiero la conversión del pecador y no su muerte", ayúdame a escuchar tu palabra, confesar mis pecados, darte gracias por el perdón que me otorgas. Ayúdame a comportarme con sinceridad en el camino del amor, y a crecer en Cristo a través de todos los acontecimientos.
- Señor Jesucristo, por tu pasión y por tu cruz me has redimido y me has dado ejemplo de paciencia y de caridad. Me duele haberte ofendido y haber sido negligente en tu servicio y en el de mis hermanos. Concédeme una sincera conversión y suscita en mí el amor a Ti y al prójimo.
- No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor; muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido; muéveme ver tu cuerpo tan herido; muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera; pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera (Anónimo).
Confesión Individual
Acogida del penitente
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
El sacerdote invita al penitente a poner su confianza en Dios, con estas o parecidas palabras:
Dios, que ha iluminado nuestros corazones, te conceda un verdadero conocimiento de tus pecados y de su misericordia.
O bien:
Acércate confiadamente al Señor, que no se complace en la muerte del pecador, sino en que se convierta y viva (Ez. 33, 11).
El penitente responde:
Amén.
Lectura de la Palabra de Dios
El sacerdote, si lo juzga oportuno, lee o recita de memoria algún texto de la Sagrada Escritura en el que se proclame la misericordia de Dios y la llamada del hombre a la conversión.
Pongamos los ojos en el Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.
O bien:
Escuchemos al Señor que nos dice: "Si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero, si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará nuestras culpas" (Mt. 6, 14-15).
Confesión de los pecados y aceptación de la penitencia
Después de confesar sus pecados, el sacerdote invita al penitente a que manifieste su contrición. El penitente lo puede hacer con una de las fórmulas siguientes:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío: por ser tú quien eres, y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa de todo corazón de haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, cumplir la penitencia que me fuere impuesta, apartarme de todas las ocasiones de ofenderte; te ofrezco mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de mis pecados. Así como te lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, me los perdonarás por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
O bien:
¡Jesús, mi Señor y Redentor! Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
Absolución
El sacerdote, extendiendo su mano, absuelve al penitente, y éste responde:
Amén.
Después de haberte dado la absolución, el sacerdote prosigue:
Dad gracias al Señor, porque es bueno.
El penitente responde:
Porque es eterna su misericordia.
Despedida
Después el sacerdote despide al penitente, ya reconciliado, diciéndole:
El Señor ha perdonado tus pecados. Vete en paz.
Para Después De La Confesión
Qué grande es tu misericordia, Señor. Tú me has abrazado como tu hijo y me has colmado de tu amor.
Te agradezco, Señor, y te prometo con la ayuda de tu gracia, amarte cada vez más y no separarme jamás de Ti.
Jesús bondadoso, concédeme que me mantenga fiel hasta el final. Haz que yo siempre desee y busque lo que a Ti te agrada. Que tu voluntad sea la mía, y la mía siga siempre a la tuya, y que siempre esté de acuerdo completamente.
Virgen Santísima, ayúdame: tú eres la madre de la perseverancia, tú eres la razón de mi esperanza. Intercede por mí: guárdame en la gracia de Dios, limpio y feliz, como lo estoy en estos momentos. Cuida de mis sentidos de mi mente, y que mi corazón sea fiel a Dios hasta mi muerte. Amén.
0 comentarios:
Publicar un comentario