martes, 14 de marzo de 2023

Siete Domingos De San Jose

 Siete Domingos De San José


Siete Domingos De San Jose

Primer Domingo

Glorioso San José, esposo de María Santísima, a la manera que fue grande la angustia y el dolor de tu corazón, en la duda de abandonar a tu purísima Esposa, así fue inexplicable la alegría cuando te fue revelado por el Ángel, el soberano misterio de la Redención. (Mt. 1, 18-25).

Por este dolor y gozo, te rogamos nos consueles en las angustias de nuestra última hora y nos concedas una santa muerte después de haber vivido una vida semejante a la tuya en medio de Jesús y de María.


Segundo Domingo

Felicísimo patriarca San José, elegido para cumplir los oficios de padre cerca del Verbo humanado, grande fue tu dolor al ver nacido a Jesús en tan extremada pobreza, el cual, súbitamente, se trocó en júbilo celestial al oír las angélicas armonías, y contemplar el resplandor de tan luminosa noche. (Lc 2, 1-7).

Por este dolor y gozo, te suplicamos nos alcances la gracia de que, después de haber seguido nuestro camino en la tierra, podamos oír las armonías angélicas y gozar de la vista de la gloria celestial.


Tercer Domingo

¡Glorioso San José, ejecutor obedientísimo de la ley de Dios! La circuncisión del Divino Redentor te traspasó el corazón; pero el nombre de Jesús, que le fue impuesto, te llenó de consuelo. (Lc. 2, 21).

Por este dolor y gozo te rogamos nos obtengas la gracia de que, quitando de nuestro corazón todo vicio, tengamos la dicha de morir con el Santísimo Nombre de Jesús en los labios y en el corazón.


Cuarto Domingo

¡Fidelísimo San José, que tan gran parte tuviste en los misterios de nuestra redención! Grande dolor sufriste al saber, por la profecía de Simeón, que Jesús y María estaban destinados a padecer; mas este dolor se convirtió en gozo, al saber que los padecimientos de Jesús y de María habían de ser ocasión de la salvación de innumerables almas. (Lc. 2, 22-35).

Por este dolor y gozo, te rogamos que seamos del número de aquellos que, por los méritos de Jesús y de María, han de resucitar gloriosamente.


Quinto Domingo

¡Vigilantísimo San José, Custodio y familiar íntimo del Verbo de Dios encarnado! Cuán grande fue tu sufrimiento para alimentar y servir al Hijo del Altísimo, sobre todo en la huida a Egipto, pero grande también fue tu alegría al tener siempre contigo al mismo Hijo de Dios y ver cómo caían en tierra los ídolos de los egipcios. (Mt. 2, 13-18).

Por este dolor y gozo, te rogamos nos alcances la gracia de que, teniendo lejos de nosotros al tirano infernal, mediante la huida de las ocasiones, caiga de nuestro corazón todo ídolo de terrenas aficiones, y, ocupados solamente en el servicio de Jesús y de María, vivamos únicamente para ellos y tengamos una muerte feliz.


Sexto Domingo

¡Oh, ángel de la tierra, glorioso San José, que viste con admiración sujeto a tus órdenes al Rey del Cielo! Si fue turbada tu satisfacción al regresar de Egipto por el miedo a Arquelao, al ser tranquilizado por el ángel, viviste contento con Jesús y María en Nazareth. (Mt. 2, 19-23).

Por este dolor y gozo, alcánzanos la gracia de vernos libres de temores nocivos, que gozando de la paz de conciencia, vivamos seguros con Jesús y María y así poder morir en su compañía.


Séptimo Domingo

¡Oh, glorioso San José, ejemplo de toda santidad! Grande fue tu dolor al perder, sin culpa, al Niño Jesús, habiendo de buscarle con gran pena por espacio de tres días; pero mayor fue tu gozo cuando, al cabo de ellos, lo hallaste en el templo en medio de los doctores. (Lc. 2, 40-52).

Por este dolor y gozo, te suplicamos nos alcances la gracia de no perder nunca a Jesús por el pecado mortal; y si desgraciadamente lo perdiéramos, haz que los busquemos con vivo dolor, hasta que lo encontremos y podamos vivir en su amistad y gozar de él contigo en el cielo y cantar allí eternamente sus divinas misericordias.

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