Padre bondadoso y amigo de los hombres, que en el transcurso de los años permaneces siempre el mismo, acompaña a los ancianos. Aunque su cuerpo se debilite, haz que su espíritu sea fuerte, para que con paciencia puedan soportar las fatigas y las aflicciones, y al fin, salir al encuentro de la muerte con serenidad, por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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