Señor, te doy gracias por haberme recibido y vivificado en tu Iglesia. Quiero permanecer en ella para siempre, quiero militar en ella hasta mi muerte. Quiero ser un hijo sumiso de tu Iglesia.
Quiero ver en todo sacerdote al hombre de Dios, al hombre que ha recibido el mandato de anunciar tu verdad a los demás hombres y de distribuirles tu vida, de absolverlos en tu nombre y de darles tu Cuerpo como alimento. Quiero ver en la jerarquía católica tu presencia continua entre nosotros para ayudarnos a intensificar nuestra fe, a consolidar nuestra esperanza, a practicar nuestro amor. Amén.
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