miércoles, 4 de octubre de 2017

Misterios Gozosos - Nacimiento Del Niño Jesus En Belen

TERCER MISTERIO GOZOSO

NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS EN BELÉN

Tercer Misterio Gozoso

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por se él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace". Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vayamos, pues, hast Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado". Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dijeron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María por su parte, guardaba todas las estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno. (Lc 2, 1-21)

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El cielo y la tierra celebraban el nacimiento del Salvador. Y en la gruta de Belén, la Santísima Virgen tomó reverentemente al Niño Jesús y lo estrechó a su pecho. Imaginemos los sentimientos de devoción, de ternura y de amor que experimentó María al ver en sus brazos al Señor del mundo, el Hijo del Eterno Padre que se había dignado hacerse también Hijo de Ella, eligiéndola por Madre entre todas las mujeres.

Por est Misterio y por la intercesión de la Santísima Virgen pidamos la gracia de conservar siempre todas "las palabras" que nos sean dichas por el Espíritu Santo en nuestro interior y meditarlas en nuestros corazones.

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