QUINTO MISTERIO GLORIOSO
CORONACIÓN DE NUESTRA SEÑORA COMO REINA UNIVERSAL DE TODO LO CREADO
Yo extendí mis ramas como el terebinto, y mis ramas llenas están de majestad y hermosura. Yo como la vid broté retoños de suave olor; y mis flores dan frutos de gloria y de riqueza. Y soy la madre del bello amor y del temor, y de la ciencia de la salud, y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia para conocer el camino de la verdad; en mí toda esperanza de vida y de virtud. Venid a mí todos los que os halláis presos de mi amor, y saciaos de mis dulces frutos; porque mi espíritu es más dulce que la miel, y más suave que el panal de miel mi herencia. Se hará memoria de mí en toda la serie de los siglos. El que me escucha, jamás tendrá de qué avergonzarse; y aquellos que se guían por mí no pecarán. Los que me esclarecen obtendrán la vida eterna. (Eclo. 24, 22-28; 30-31)
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Nuestra Señora es glorificada por la Santísima Trinidad. "Ella resplandece como Reina de los ángeles y de los santos, anticiapación y punto culminante de la condición escatológica de la Iglesia" (Rosarium Virginis Mariae, No. 23). En medio del júbilo de toda la corte celestial, el Padre Eterno la coronó, comunicándole la onmipotencia de la súplica; el Hijo, la sabiduría; y el Espíritu Santo el amor.
Premiada con esa triple diadema, Nuestra Señora, Soberana y Madre compasiva, comienza a extender sobre nosotros, hijos y vasallos suyos, la inagotable abundancia de sus misericordias.
Por este Misterio y la intercesión de la Santísima Virgen, pidamos la perseverancia en la gracia y la corona de gloria.